Gabarda
Reforma completa de una finca para una familia que crece y cambia.
La finca nació como lugar de reposo para supervisar los campos de naranjos que la rodean. Los dueños y sus antepasados -como tantas otras familias valencianas- han dedicado sus vidas a la naranja. Caballos, conejos, gallinas y cuatro enormes mastines completan la estampa bucólica de esta -hoy- casa de veraneo.
La reforma incluyó la ampliación de la casa para extender las zonas comunes, optimizar todos los espacios e incorporar nuevos dormitorios y baños. Otra preocupación principal de la familia era la de traer luz y aire a una distribución comprimida. La ampliación convirtió el salón en un espacio de 68 metros cuadrados. Su configuración permite la coexistencia de un gran area de sofás alrededor de la chimenea, un rincón para leer y una mesa de comedor. En el resto de la casa las circulaciones fueron optimizadas y las habitaciones completamente reformadas- en su distribución y acabados. Se abrieron nuevos huecos y agrandaron los viejos. Las viejas ventanas fueron cambiadas por otras de madera hechas a mano por un carpintero local. La fachada se abrió a la belleza tranquila del paisaje y su color cambió a un luminoso blanco. Tras la reforma, la atmósfera general de la finca pasó de un rural denso a un estilo más calmado y luminoso donde las superficies neutras permiten a la familia llenar las estancias con su propia vida y carácter, muebles antiguos, alfombras y piezas de arte.